Etapa 1: Málaga - Casabermeja.

  25 de Junio de 2023.

Etapa 1: Málaga - Casabermeja.

Distancia: 46Km.
Desnivel acumulado: 1.300 mts.
Hora de Salida: 9:20 h.
Hora de Llegada: 14:50 h.
Tiempo empleado: 5 horas (tiempo en Wikiloc).


Mirador Vazquez Sell.

       Buenos días, hoy comienza la primera etapa de mi ruta hacia Logroño, un viaje que planeo completar en 13 días, al menos según mis cálculos.

        Después de un merecido descanso, el despertador sonó a las siete y media de la mañana, aunque ya llevaba un rato despierto debido a la emoción que conlleva el inicio de esta emocionante aventura.

Minuto "uno" del inicio de la aventura.

       Tengo todo preparado en mi habitación y mi bicicleta que pasó la noche en el despacho de la residencia universitaria está impaciente por empezar esta aventura.

        Como el desayuno está incluido en el alojamiento, me puse en marcha en busca del comedor ya que la ubicación del mismo no me la indicaron ayer, pero no tuve dificultades en encontrar la instancia, simplemente seguí el delicioso aroma que impregnaba el lugar gracias a las tostadas recién hechas.

        En el comedor, compartí espacio con otros comensales, algunos de ellos parejas jóvenes y otros visitantes solitarios de paso por Málaga, así que con tranquilidad, me serví el desayuno y aproveché el momento para admirar la austera decoración del lugar.

        A las nueve y veinte de la mañana del domingo 25 de junio de 2023, me preparo para iniciar mi ruta anual. Mi bicicleta está cargada con las alforjas y mis expectativas están llenas de entusiasmo mientras me dispongo a emprender esta nueva hazaña. Comienzo a pedalear por el centro de Málaga, justo por donde ayer di mi paseo para explorar la ciudad.

Con la catedral de Málaga al fondo.

        Mis primeros pasos me llevan por las calles peatonales del centro hasta llegar a la Catedral de Málaga, en este punto decido inmortalizar mi paso por esta hermosa ciudad a través de una fotografía, mi ruta continúa explorando otras partes de la ciudad que no tuve la oportunidad de ver ayer, como la Iglesia de Santiago, el Teatro Cervantes y, casi llegando a las afueras, el campo de fútbol de La Rosaleda.
     
        Diseñé mi recorrido por la ciudad siguiendo completamente los carriles bici disponibles, en algunos momentos, tuve que realizar algunas modificaciones improvisadas debido a que me encontré con calles en obras. Sin embargo, no tuve problemas para navegar por esta ciudad tranquila, especialmente porque era un domingo por la mañana y sus habitantes no estaban inmersos en la agitación diaria.

Estadio de La Rosaleda de Málaga y carril bici.

        Me tomó un tiempo considerable abandonar la ciudad, y alrededor de las 10:15 de la mañana, finalmente dejé atrás las últimas casas y comencé a adentrarme gradualmente en las afueras. En ese momento, pude ver las primeras casas de campo dispersas a mi alrededor, mi salida de la ciudad siguió el Camino de Casabermeja, como era de esperar.

        Decidí no iniciar la etapa a través del Camino de Santiago, ya que me habían comentado previamente que presentaba pasajes complicados para una bicicleta pesada con alforjas, en su lugar, opté por una alternativa que, según lo que había leído, recorría caminos de montaña en buenas condiciones.

        Pocos metros después de comenzar el Camino de Casabermeja, me encuentro con un camino que presenta una pronunciada rampa con una fuerte pendiente ascendente, este camino es el acceso al Sendero Picapedreros-Boticario,  una vez que llegado a este punto, atravieso una puerta que marca la entrada al Parque Natural de los Montes de Málaga.

        Curiosamente, esta puerta es el lugar donde pasó el automóvil de Google Street View, por lo que ya la había visto este preciso lugar una docena de veces desde mi casa mucho antes de estar aquí.

Al dejar Málaga me encuentro con las primeras rampas del Camino.

        Adentrarse en la entrada del Parque Natural de los Montes de Málaga marca el emocionante inicio de una pequeña aventura que me conducirá de regreso a casa en trece días. El camino, amplio y en excelente estado, se despliega siempre cuesta arriba, invitándome a explorar los tesoros naturales de esta región. Los Montes de Málaga ofrecen una intrincada red de senderos, muy apreciada por los entusiastas del ciclismo de montaña, y este soleado domingo me encontré con un gran número de ellos, algunos solitarios y otros formando grupos más o menos numerosos.

Puerta de acceso a los Montes de Málaga.

        Resulta curioso que todos los encuentros que tuve en el camino ya habían culminado sus travesías, comenzando su día mucho antes que yo, a pesar de esto, no podía evitar sentirme afortunado, ya que tenía todo un día por delante para sumergirme en la extensa red de carriles bici, disfrutar de las señalizaciones que guían el camino y deleitarme con los impresionantes paisajes que ofrecen un refugio sereno para escapar de las obligaciones y el estrés cotidiano.

Buenos caminos denominados Senderos.

               A unos seis kilómetros de Málaga, me encuentro en un punto crucial de mi travesía, en el cruce de caminos entre el sendero "Picapedreros-Boticario" y el sendero "Lagar de Contreras", aquí la escena se torna interesante, ya que los usuarios que descienden parecen carecer de frenos, deslizándose a velocidades impresionantes, mientras que yo, por otro lado, avanzo con la parsimonia de un caracol, esta notable diferencia de velocidad pone de manifiesto la pronunciada pendiente que se cierne ante nosotros.

        En este entramado de senderos, me cruzo con numerosos caminantes que disfrutan de la montaña con su bocadillo en la mochila. Estos senderistas, con la satisfacción de un día en la naturaleza, se convierten en compañeros de aventura mientras compartimos las maravillas que nos rodean.

Senderistas y ciclistas comparten caminos.

        Tras haber recorrido unos catorce kilómetros desde el comienzo de mi travesía de hoy, rodeado de pinos y demás arbolado del monte, llego a otro cruce flanqueado con unas construcciones y en el camino una barrera que prohíbe el acceso de vehículos a esta red de senderos, además, una señal en mi ruta me anuncia que aquí llega a su fin el camino "Picapedreros-Boticario", sin detenerme ni un instante, sigo mi rumbo, y así virando hacia la izquierda continúo ascendiendo por esta red de senderos que hacen de la ruta una bonita aventura.

Final del Camino Picapedreros para continuar por el camino de Jotrón.

         En mi camino, me topé con un ciclista de montaña en su parada de avituallamiento y que se encontraba junto a una señal, la cual ofrecía varias indicaciones sobre las distancias a los puntos de referencia que aún tenía por delante. Aproveché la ocasión para entablar una breve conversación sobre el estado del terreno y de lo que me esperaba en las siguientes metros de mi recorrido, fue una breve charla que me proporcionó información útil para continuar mi marcha.


Caminos en buen estado, Indicaciones y ciclista vitaminándose.

        Después de haber recorrido ya 22 kilómetros y alcanzado una altitud de 680 metros, llegué al área recreativa de El Cerrado, un oasis en plena naturaleza ,con mesas, asadores y un espacio para estacionar alrededor de una docena de coches, además de servir como punto de acceso a diversos senderos cercanos, perfectos para que los amantes de la naturaleza puedan disfrutar de esta maravillosa zona.

        Continúo ascendiendo por esta impresionante pista, que me lleva a través de amplias curvas diseñadas para superar el terreno irregular. A medida que avanzo por este camino, rodeado de exuberante vegetación, me encuentro con las ruinas de antiguos caseríos, más tarde, descubriré que estas ruinas son los vestigios de molinos que alguna vez poblaron este lugar. Sin embargo, la mano del hombre intervino en el pasado, talando implacablemente los bosques y convirtiendo esta región en un área desértica.

        Afortunadamente, gracias a políticas posteriores, estos bosques fueron repoblados, y hoy en día, nos encontramos rodeados de este frondoso y exuberante monte, un testimonio vivo de la capacidad de la naturaleza para recuperarse cuando se le brinda la oportunidad.

Restos de de un molino de los muchos que hubo hace tiempo.

      El camino se aproxima a una estrecha carretera asfaltada que conduce al Hotel Humaina, un alojamiento ubicado en medio de las estas montañas de la reserva natural, más adelante, llego a uno de los numerosos miradores que salpican este camino, se trata del mirador de Francisco Vázquez Sell, desde este punto, se abre ante nosotros una panorámica de los montes de alrededor tal es así que se puede divisar la lejana ciudad de Málaga.

        Este mirador debe su nombre a Francisco Vázquez Sell, un destacado ingeniero forestal que desempeñó un papel fundamental en la restauración hidrológica y forestal de la cuenca del río Guadalmedina río que baña la ciudad de Málaga, desde aquí, también podemos observar unos grandes depósitos de agua destinados a la crucial tarea de combatir incendios forestales.

Mirador de Francisco Vázquez Sell.
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         Sigo el camino y llego a un monolito en una bifurcación de caminos, en este monolito, se encuentran las indicaciones que muestran que estamos a 800 metros de altitud, así como la dirección y distancia de varias localizaciones, es en este punto donde me encuentro con unos senderistas que me preguntan si sé por dónde tengo que ir, a lo que les respondo, que mientras la electrónica que llevo encima no falle, todo va bien.

Hito con altura y distancias en el paraje de Las Contadoras.

          En los alrededores se encuentra el Aula de la Naturaleza Las Contadoras, que está ubicada en pleno corazón del Parque Natural de los Montes de Málaga, en este centro de educación ambiental se emplaza en la Casa de las Contadoras, un edificio singular que data de finales del siglo XVII y que, en su momento fue, entre otras cosas, un lagar y una casa señorial.

        Los lagares, otras construcciones que poblaron estos lugares, ya que fue una zona de gran actividad en el pasado que va cayendo en el olvido, y de lo que quedan solamente las ruinas como mudos testigos de un tiempo pasado.

Mirador de Martinez Falero.

       Dejando atrás el monolito de Las Contadoras, continué mi camino hacia la derecha en busca de otro punto de observación: el Mirador de Martinez Falero, este lugar está envuelto por una densa vegetación, en marcado contraste con los paisajes devastados que habían prevalecido a principios del siglo XIX. Los nombres de estos miradores, como el de Martinez Falero, honraban a los ingenieros que habían trabajado arduamente para restaurar la orografía original de estos montes que alguna vez estuvieron cubiertos de exuberante vegetación.

        Mientras avanzaba por el amplio y bien conservado camino, me crucé con otros senderistas de distintas procedencias que compartían mi búsqueda de la belleza natural, en mi recorrido, pasé junto a lo que alguna vez fue un Lagar, ahora reducido a ruinas por el implacable paso del tiempo. Estas ruinas eran testigos silenciosos de una época en la que esta zona había sido próspera y bulliciosa, dedicada a la producción vitivinícola, antes de que la devastadora filoxera la redujera a la decadencia.
    
Ruinas vitivinícolas en los Montes de Málaga.

        A los 35 kilómetros de mi salida estoy en el punto más alto de la jornada es el Puerto de Salvago a 897 metros de altitud, y como se dice en el argot del ciclismo, ya todo es favorable, y qué verdad, ya he realizado lo más duro de la etapa, aquello me me hacia romperme la cabeza en mi casa cuando estaba planificando las etapas.

        Después de este alto tenemos un pequeño llaneo manteniendo la altitud, para pasar por el Puerto de Cuella, a partir de este punto el camino se vuelve asfalto que no abandonaremos en el resto de la etapa, en el descenso el paisaje empieza a verse salpicado de casas de labranza y del bosque se da paso a las huertas, se pasa por delante de la ermita de de la Virgen del Carmen.

Ermita de la Virgen del Carmen.
 
        Habiendo dejado atrás el Parque Natural de los Montes de Málaga, me encontré ahora en un camino más abierto, donde la sombra de los densos bosques que habíamos dejado atrás ya no me protegía del ardiente sol. Aprovechando la ausencia de obstáculos, avancé rápidamente en dirección a la localidad de Casabermeja, de la que aún no había reservado una habitación, ya que no sabía qué me depararía esta primera etapa de mi viaje.

        Al llegar a Casabermeja, lo primero que llamó mi atención fue un supermercado abierto, de inmediato, aproveché la oportunidad para abastecerme, compré unas botellas de agua para mantenerme hidratado y unas barritas energéticas como un recurso de reserva en el caso de que en algún momento necesitara un aporte extra de energía en mi travesía.

        
Carretera con Casabermeja al fondo, la etapa a punto de terminar.
       
          Mi travesía en bicicleta me llevó a una parada en una soleada tarde. Había llegado a una gasolinera bajo un ardiente sol, y la única sombra disponible se convirtió en mi refugio momentáneo mientras buscaba un lugar para descansar el reloj marcaba casi las cuatro de la tarde cuando decidí tomar acción y encontrar un alojamiento para pasar el resto del día y la noche.

Vistas de Casabermeja desde el acceso al hotel.

        Saqué mi teléfono y llamé al alojamiento más cercano a mi posición, que resultó ser el Hotel Casabermeja. Este hotel está estratégicamente ubicado a los pies de la autovía A-45, a pesar de estar cerca de la carretera, también estaba lo suficientemente cerca del núcleo urbano para que fuera accesible a pie.


Detalle a la entrada del hotel.

        Al llegar al hotel, me di cuenta de que no estaba buscando lujos en mi ruta en bicicleta, pero apreciaba la comodidad y el trato amable. El Hotel Casabermeja cumplió con creces mis expectativas en este sentido, la cálida hospitalidad del personal hizo que me sintiera bienvenido desde el primer momento. No era solo un cliente; me trataron como si fuera parte de la familia. Esta conexión personal se hizo aún más evidente cuando compartí mis planes de viaje por etapas hasta Logroño.

        Mi estancia en el Hotel Casabermeja no solo me permitió recargar energías, sino que también me dio la oportunidad de sentirme cuidado y apoyado en mi viaje. En ocasiones, encontrar lugares donde la cercanía entre el hostelero y el cliente es evidente agrega un valor especial a la experiencia de viaje.

        Tras llegar a mi destino y satisfacer mis necesidades básicas, como alimentarme y ocuparme de las tareas típicas de un ciclista, como lavar y tender la ropa, tomar apuntes y planificar la ruta para el día siguiente, decidí aprovechar la tarde para explorar este pintoresco rincón, situado en las faldas de una colina, sus calles empinadas y estrechas, típicas de un pueblo andaluz, y todo ello pintado de blanco, como un auténtico pueblo andaluz.

Empinada calle en Casabermeja.

        Mis pasos me llevaron a recorrer las serpenteantes calles de Casabermeja, absorbiendo la autenticidad y el encanto de este lugar. Cada esquina revelaba un rincón más pintoresco que el anterior, con su arquitectura blanca y las empinadas colinas que lo rodeaban, proporcionando un telón de fondo impresionante.

        Al regresar al alojamiento, llegó la hora de la cena, y opté por disfrutar de un sencillo plato en el propio hotel. La conveniencia de tener un lugar para cenar en el mismo establecimiento era un alivio después de un día lleno de actividad. Luego, me aseguré de preparar todas mis pertenencias para la salida de la segunda etapa al día siguiente, una rutina esencial para garantizar un inicio sin contratiempos.

Bonita panorámica desde Casabermeja.

        Con el atardecer en el horizonte y todo listo para la siguiente jornada de mi travesía en bicicleta, me retiré a descansar, agradecido por la oportunidad de conocer Casabermeja y anticipando lo que la siguiente etapa de mi viaje me depararía.

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