Etapa 3: Lucena - Córdoba.

 27 de Junio de 3023. 

Etapa 3: Lucena - Córdoba. 

Distancia: 86 Km.

Desnivel acumulado:

 Positivo: 710 mts. Negativo: 1025.

Hora de Salida: 06:30 h.

Hora de Llegada: 12:00 h.

Tiempo empleado: 5:30 horas.


Grandes extensiones de cereal y de frutales. 


        Hoy empiezo el día temprano con el objetivo principal de llegar a Córdoba antes del mediodía, el despertador suena a las cinco y media de la mañana, me asomo a la ventana y lo único que logro acertar a ver son las farolas del polígono donde se encuentra mi alojamiento.

A las seis y media comienzo esta nueva etapa.

        Como es costumbre en mis viajes, la mañana se vuelve un ritual de recoger y verificar que mis dispositivos electrónicos se hayan cargado convenientemente, preparar las alforjas y enfundarme el  atuendo de ciclista para intentar comenzar la ruta cuanto antes, con todo preparado me dirijo al desayuno, dado que mi alojamiento está en una zona industrial este lugar abre temprano para los desayunos para que los trabajadores del turno de mañana disfruten de su primera taza de café.

             Un desayuno sustancioso me prepara para la jornada, me despido del amable camarero y a las seis y media ya estoy pedaleando con mi potente faro iluminando la oscuridad que me rodea.


Comienzo la ruta por la Vía verde del aceite.


         Los primeros kilómetros coinciden con el tramo de la vía del aceite por el cual finalicé la etapa de ayer, por esta vía coincido con deportistas corriendo o paseando que aprovechan el frescor de la mañana para hacer ejercicio y así evitar el calor del mediodía.

        Tal vez tomé el desvío más largo al salir de Lucena, pero prefiero no aventurarme por una pendiente pronunciada y que observe en los mapas en estos momentos casi sin iniciar la etapa, así de esta manera la pendiente se vuelve menos abrupta.

Por camino entre campos de olivos.


        Una vez que ya he dejado la vía verde y realizado este rodeo me encuentro dentro de un olivar, y si, es así, porque no hay diferencia entre el camino y el campo de olivos, así que siguiendo más o menos el track voy avanzando por una hilera u otra de olivos según voy encontrando algún contratiempo en el camino.
El camino se desvanece entre los extensos olivares.

              Después de dejar atrás los olivares, continúo por un camino rural que me sumerge aún más en la serenidad de la mañana y a unos 14 kilómetros de distancia, llego a la población de Monturque, donde se encuentra en el centro geográfico de Andalucía, por estos lugares cruzo el río Cabra cuando el sol comienza a asomarse en el horizonte.

La población de Monturque, centro geográfico de Andalucía.


        El paisaje se compone de interminables campos de olivos que se extienden hasta donde alcanza la vista, los caminos son amplios y firmes, de tierra compacta, lo que facilita un buen comienzo de la jornada con una temperatura agradable con el frescor de las primeras horas del día.

        Durante este tramo del camino, cruzo numerosos arroyos, que son fácilmente vadeados gracias a pequeños puentes, manteniendo el camino en buen estado salvándolos de los destrozos que observo en los terrenos adyacentes, a medida que avanzo encuentro algunas colinas, pero los cambios de elevación no resultan incómodos y el recorrido sigue siendo placentero.

Destrozos del agua en forma de torrenteras.

        Sin llegar a Montilla mi recorrido coincide por caminos señalizados de la Ruta de Martinduélamo, una ruta senderista por la que se visitan unas cuantas fuentes en su recorrido, más adelante, entrando en Montilla me cruzo con personas paseando o corriendo, aprovechando a estas horas cuando todavía no aprieta el calor, son las ocho de la mañana.

Primeros rayos del día.

        Montilla es famosa por la calidad de su uva Pedro Ximénez, de la que se elaboran los acreditados vinos de Montilla, y junto con la cercana Moriles y otras localidades cordobesas integra la comarca vitivinícola con Denominación de Origen Montilla-Moriles

        La entrada a la ciudad la hice por una carretera asfaltada con un amplio arcén hace de paseo para los habitantes de esta villa, en la plaza principal de Montilla hice una breve parada para orientarme, al salir de Montilla observé un edificio que parecía un antiguo hospital, que parecía que no hacía mucho que dejó la actividad, esto me distrajo e hizo que me pasara por unos pocos metros que tuviera que dar la vuelta para retomar mi camino.

Montilla es famosa por la calidad de su uva Pedro Ximénez.

        Retomo el viaje, dejando atrás la población con lo que me adentro por un camino de pequeñas parcelas valladas con olivos, estos no son extensos, se asemejan más a las huertas de nuestras latitudes, el camino se ve flanqueado a lo largo por una pared de piedra en uno de sus lados y al otro un elevado talud, recordando las corredoiras gallegas, aunque con la vista de los olivos.

        Transcurro superando pequeñas colinas con subidas y bajadas, con caminos de tierra que se mantienen en excelente estado, a lo lejos, en la falda de una colina diviso la población de Espejo, no pasaré por ella, pero en su silueta se adivina a ver la torre de la iglesia y su castillo.

En la falda de la colina se adivina la población de Espejo.

        El paisaje a cambiado dejando atrás los olivos y ahora avanza a través de campos de cereales, estoy llegando a la población de Montemayor pero las primeras vistas me inquietan, sus calles son muy empinadas, por lo que opto por evitar el casco urbano de la ciudad y rodearla por la carretera que la rodea, son las ocho y media de la mañana y llevo recorrido unos 41 kilómetros.

Calles empinadas de Montemayor.

        El próximo destino se encuentra a poco más de cuatro kilómetros, se trata de la población de Fernán Núñez, un típico pueblo andaluz con edificios blancos que destacan sobre el cielo azul, sus principales actividades económicas son la agricultura donde destaca el cultivo de trigo, girasol y, en menor medida, como he comprobado el olivar, a parte de la denominación de origen vitivinícola Montilla-Moriles.

 Plaza de Fernán Núñez con la estatua en honor al perro "Moro".

        Dentro de la plaza de Fernán Núñez me sorprende una estatua en honor al perro "Moro", también conocido como el perro de los entierros, que solía acompañar a los difuntos hasta su entierro.
        
         Después de esta población, el recorrido es por un camino ancho asfaltado, que pasa a través de campos de cereales y de olivos, el trazado sigue sorteando colinas con sus suaves pendientes tanto de ascenso cono el descenso.
            
        Campos interminables que se extienden hasta el horizonte, transcurro ahora por una supuesta carretera local por su señalización vertical, pero el piso es de tierra, a medida que avanzo los campos de girasoles van tomando protagonismo, el sol comienza a calentar por lo que hago uso de mi reserva de agua, ya que me he bebido un bidón completo, a pesar del calor.

Supuesta carretera local, con señalización vertical.

        En algún punto abandono la supuesta carretera para meterme por un camino por el que inicio un ascenso hasta lo alto de una colina, en la que se encuentra un cortijo con sus paredes de cal blanca. 

        Después de un prolongado descenso llego a un campo de olivos que es una explotación intensiva por el cartel que hay a la entrada, ahora voy entre jóvenes olivos y almendros perfectamente alineados.

Explotación intensiva de olivos y almendros.

        Cuando salgo de esta explotación el camino se vuelve pedregoso, a mi derecha está el curso del río Guadajoz, el cual ha ido excavando en la débil colina un pequeño el cañón de su cauce.

Pequeño cañón del río Guadajoz.

        A pocos metros me encuentro con la "Vía verde de la Campiña", el trazado es el clásico de los pequeños ferrocarriles que dejaron de ser rentables a favor de otros medios de transporte, pensando que mi llegada a la ciudad iba a ser por esta vía, ésta desaparece después de haber recorrido un par de kilómetros.

Vía verde de la Campiña.

        Por lo que a partir de la estación de Valchillón y durante tres kilómetros mi recorrido es por el arcén de la carretera, hasta llegar a un nudo de carreteras en la que abandono el asfalto para acercarme a la ciudad por la puerta de atrás.

        Al fondo ya veo el puente Abbás Ibn Firnás, nombre del personaje polifacético que mereció el título de Hakim al-Andalus (el Sabio de al-Andalus) por la variedad de sus conocimientos en las ciencias de su época.

Puente Abbás Ibn Firnás en las proximidades de Córdoba.

        Hasta llegar al Puente de Andalucía , transcurro por un paseo por la orilla del rio Guadalquivir, que transcurre primeramente entre el río y un polígono industrial pada dar paso éste último a un poblado marginal en las afueras de la ciudad.

Puente de Andalucía, a la entrada de Córdoba.

        Finalmente llego a Córdoba a las once y media de la mañana, misión cumplida, quería llegar antes del mediodía para que no me pillaran las horas dónde el sol golpea con más fuerza y lo he conseguido, tengo enfrente la torre de la Calahorra y a mis pies me encuentro cruzando el puente Romano.

        Tomé algunas fotos de la vista de Córdoba desde el Puente Romano y ahora me dispongo a explorar su casco histórico, un pequeño paseo hasta la mezquita, en donde exploré la plaza que está abierta al público, para tocar un poco de historia de la ciudad.

Puente romano y torre de las Calahorra, Córdoba.

        Después de recorrer el patio y observar las partes árabes y cristianas, así como las fuentes de agua y los jardines, decido regresar a mi alojamiento, con el GPS en la mano, me dirijo a buscar el hotel, que no está lejos.

        A las doce de la mañana llego a la plaza de Aladredros donde está el Hotel Riviera, así que toca hacer la entrada al hotel y subir todos los trastos a la habitación, en esta ocasión la bici dormirá en un salón del hotel.

La Mezquita de Córdoba.
Patio de la Mezquita de Córdoba.
        
        Comeré enfrente del hotel que hay un restaurante que tiene buena pinta, así que después de asearme, lavar la ropa y colocar todos los aparatos electrónicos a cargar, me dispongo a salir.

        Era un poco pronto para comer así que di una vuelta por los alrededores pero sin separarme mucho, me senté en una terraza que estaba a la sombra y que ya tenía en marcha los ventiladores con la pulverización de agua.

La Plaza de las Tendillas en Córdoba.

        El resto del día hasta la cena casi que pasa en la habitación, salí un poco a las siete de la tarde hasta una gran avenida cercana, dónde había un termómetro que marcaba 43 grados, al principio parecía que se podía aguantar el calor pero esta sensación fue en aumento hasta hacerse inaguantable, de vuelta al hotel opté por visitar una iglesia, mi sorpresa fue cuando comprobé que tenía un fuerte aire acondicionado, así que cogí un poco de fresco y retomé mi rodeo.

        La siguiente parada fue en una cervecería que tenía una decoración alegórica a la fiesta de los toros, así que aquí di cuenta de unos fritos y una caña bien tirada.

Taberna Porta Gayola en las cercanías del hotel.

        Haciendo un poco de tiempo para la cena entré en un supermercado y compre algo para desayunar y para hacerme un bocadillo y un poco de fruta para mañana.
 
       Para la cena no me lo pensé si la hice en el mismo lugar donde comí porque el calor no deja hacer muchas más cosas, dando cuenta de la fuerte ola de calor que está en pleno apogeo, en la parte de Andalucía donde pega con más fuerza.

Taberna El Poema, lugar de comidas y cenas.

        Una vez en el hotel y preparado para la noche, verifiqué la carga de la batería y los accesorios que llevaba, como el foco delantero, el piloto trasero, el GPS y la propia batería. Afortunadamente, todos estaban completamente cargados, así que los monté en la bicicleta para ahorrar tiempo de cara a la salida del día siguiente.

        Fue evidente que Córdoba es una ciudad impresionante tanto en su aspecto histórico como en su tamaño. Sin embargo, noté que para disfrutar de su visita de manera óptima, es aconsejable planificarla en meses que no sean extremadamente calurosos, ya que en días de calor intenso, lo único que apetece es refugiarse bajo el aire acondicionado.

        Con este día superado, me preparo para enfrentar el siguiente. ¡Hasta mañana!

Temperatura en Córdoba a las seis y media de la tarde.


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