12ª Etapa: Negreira – Finisterre.

 

12 de agosto de 2020.

12ª Etapa: Negreira – Finisterre.

 

Distancia: 71,43 Kilómetros.

Altitud Ganada: 1072 metros.

Altitud Perdida: 1129 metros.

 

Enlace en Wikiloc.


Ricardo y un servidor en el kilómetro cero, El faro de Finisterre.

 

                La ocupación del albergue es muy buena ya que cumpliendo el aforo permitido está completo, resulta extraño ver tanto peregrino alojado en este lugar al contrario de lo que hemos vivido a lo largo del Camino en que estábamos casi solos. No puedo dar una explicación razonable a qué es debido, podría ser, que al estar en medio de unos ciclos de alerta sanitaria y al existir bastantes dudas de lo que pueda ocurrir de un día para otro con cierres perimetrales y demás, que los peregrinos en vez de andar durante varias semanas haciendo la ruta jacobea hayan apostado por hacer este recorrido del Camino hasta Finisterre que es más reducido y que se completa caminando en cuatro o cinco días.

                Último día de travesía en nuestro camino, pero algo no va del todo bien, me refiero meteorológicamente hablando, cada vez que me despierto en la noche y son unas cuantas no dejo de escuchar caer la lluvia con gran persistencia.


Las ocho de la Mañana y la lluvia es intensa.

                 Van pasando las horas sigue lloviendo y se va acercando la hora de levantarse, poco a poco van sonando los despertadores de los peregrinos más madrugadores, hay un sonido que se queda grabado en el ambiente que es el ruido del plástico de los chubasqueros cuando son desplegados para cubrir a los peregrinos con sus mochilas que emprenden la marcha.

                Ahora nos toca a nosotros, es la hora de levantarse somos casi los últimos del albergue, todavía queda algún peregrino desayunando mientras otros emprenden la marcha, desayunamos con la mirada puesta en la ventana porque la lluvia no cesa, hasta ahora habíamos sorteado bastante bien la lluvia, algún chirimiri o fina lluvia mañanera pero hoy es una tromba de agua, las predicciones del tiempo tampoco son muy buenas, según éstas la lluvia no cesa hasta el mediodía.

                 Son casi las ocho de la mañana hemos montado las alforjas y nos encontramos en el exterior del albergue resguardados de la lluvia, este es el momento de la decisión del día, o esperar a que la lluvia amaine o salir con la que está cayendo, Ricardo era partidario de esperar a que parara la lluvia y yo cabezón de mi empecinado en partir como fuera, así que emprendimos la marcha con un día totalmente gris y lluvioso.

                Para protegernos de la lluvia nos forramos con film transparente el casco y las zapatillas, en mi caso como llevo gafas, debajo del casco me puse una gorra con visera para que las gotas de agua no cayeran en los cristales y me quedara sin visión. (cosa que funcionó muy bien).

 

                Comenzamos con el inicio de la etapa:


El arco del pazo del Cotón a la salida de Negreira. (foto google maps).

                Con una lluvia bastante intensa salimos de Negreira sobre las ocho y media de la mañana, la salida de la localidad es por debajo del arco del Pazo del Cotón que es una construcción del siglo XVIII de estilo barroco, y que antiguamente era el paso del Camino Real a Finisterre.

                 Pronto dejamos la carretera a la altura del albergue de peregrinos que se encuentra a un kilómetro escaso de la villa, seguiremos las flechas que nos indican el camino, pero enseguida nos damos cuenta que es mala idea seguir las flechas para seguir el camino, así que en el primera salida del camino a la carretera optamos por dejar las flechas y guiarnos únicamente por el GPS, así que saliendo de la población de Zas puse el Google Maps como si fuesemos en coche o moto y que nos guiara hasta Finisterre.


Abandonamos el camino y proseguimos por carretera. 

                En Zas ya por la carretera AC-5603 vamos hasta Rioseco y de ahí al Alto da Pena, una vez pasado este alto, llegamos a un cruce con la carretera AC-5604 en la que cogemos dirección hacia el norte como bien dice el GPS, ya hemos dejado el Camino de Santiago para convertirnos en cicloturistas totales, hasta que llegamos a Barbeira, a la salida de esta localidad no se me ocurre otra cosa que parar y preguntar si vamos bien para ir a Finisterre. error, craso error.

Punto de inflexión en el Camino.

                El buen hombre con toda su buena fe, (nosotros teníamos toda la confianza en el GPS), nos comenta que íbamos a dar un rodeo más largo por donde íbamos, que lo que teníamos que hacer era regresar sobre nuestros pasos hasta no sé que indicaciones, el caso que tras un momento de no saber que hacer, optamos por hacerle caso al hombre e intentar seguir al pie de la letra las indicaciones que nos repitió aquel hombre una y otra vez, tantas veces hasta que creímos entender las indicaciones.

                El caso es que el hombre nos intentó dirigir hacia el camino otra vez, siguiendo sus indicaciones hicimos el cambio de dirección, nos encontrábamos transitando por la carretera AC-400 en una gran recta con la gracia de tener el aire en contra y aderezada con una fina lluvia que hacía que la travesía no fuera espectacularmente agradable, y después de tres laaaargos kilómetros, llegamos a la localidad de As Maroñas, palabra clave para saber que nos estábamos moviendo siguiendo las indicaciones de aquel hombre.


El camino que equivocadamente cogimos no tenía mala pinta.

             Después de pasar As Maroñas debemos tomar un cruce a la izquierda para proseguir el camino, pero la pregunta es, ¿Qué camino?, como todo en esta vida hay que aventurarse,  Ricardo y yo aguantábamos la lluvia y el aire en contra, pero con las ganas de abandonar esa carretera cogí el primer cruce que me encontré, y es que de verdad la carretera era interminable, cuando nos metimos a la izquierda y apenas habíamos andado unos 100 metros nos tuvimos que parar para dejar pasar un tractor de grandes dimensiones, cuando el agricultor empezó a bracear, diciendo que por ahí no era, así que otra vez a desandar lo andado y volver a nuestra “amable” carretera.


                Una vez retomada la carretera a unos pocos metros nos encontramos un lugar dónde hacer una parada para tomar algo y entrar en calor, es el bar Casa Victoriano, que más tarde en casa resulta que estuve en otro camino hace cuatro años y yo sin saberlo, con la calma de la parada volvemos a preguntar si estábamos bien orientados, tuvimos problemas para entendernos con el hombre al que preguntamos ya que no se le entendía muy bien y nosotros somos duros de oído, el caso es que cuando salimos del bar la lluvia ya empezaba a amainar, eran las 11 de la mañana y llevábamos 24 Km, en los que parecía que solamente habíamos estado dando tumbos alrededor de la ruta.


Dentro del Camino oficial, captura Google Maps, nuestro día más gris y lluvioso.

                Bueno ya con la lluvia remitiendo poco a poco proseguimos con la ruta hacia Finisterre y así pasamos por la localidad de Guelmo, más adelante en Castro tomamos la bifurcación asfaltada para seguir por Lago y As Albeleiroas, no abandonamos el asfalto y ahora toca el  ascenso, menos mal que las bicicletas se están portando mejor de lo que podríamos esperar, según la mañana va avanzando empieza a remitir la lluvia y aunque está nublado, se empieza a ver algún que otro claro en el cielo, el tiempo está mejorando y ya estamos enfilados en el camino y eso hace que nos vayamos olvidando de cuantos cruces y decisiones equivocadas hayamos tomado hasta el momento.


Olveiroa, dejamos el Camino marcado para ir por la DP-3404..

                Hasta ahora hemos ido por camino marcado,  asfaltado y con buen firme, llegando a la villa de Ponte Olveira, tomaremos la opción de ir por la carretera para no subir al parque eólico del Alto do Sino por lo que evitaremos caminos de tierra que puede que estén cuando menos encharcados, además de no coger tanta altitud y será bastante más llevadero el trayecto por el puerto de montaña, una vez alcanzada la máxima cota del puerto de montaña iniciamos un pequeño descenso hasta una rotonda antes de entrar a la localidad de Hospital, dónde se sitúa la bifurcación hacia Muxía o hasta Finisterre, paramos a hacernos unas fotos en este punto y cogemos la dirección a Finisterre.


Trankas y Barrancas en la bifurcación de Muxía o a Fisterra.

                               En la rotonda cambiamos de carretera ahora vamos por la DP-2302, pasamos por la localidad de Hospital, siguiendo por el asfalto ya que no nos queremos internar en el camino para no meternos en alguna emboscada con el agua y el barro, llegado un punto vamos en contínio descenso para irnos acercando a la costa, ahora mismo estamos a 373 mts. sobre el nivel del mar.

                Son las once de la mañana y el tiempo ya nos va dando un respiro se van abriendo los claros entre las nubes, estamos algo calados de la lluvia así que cada rayito de sol sirve para darnos un poquito de calor, poco a poco van cayendo los quilómetros y nosotros cada vez con más ganas de ver aparecer el mar que  significaría que ya vamos viendo el final de la etapa.

Carretera en continuo descenso hasta la costa de La Muerte.

                El largo descenso comienza en A Pontella dónde ya divisamos las aguas de la costa de la muerte, llevamos 50 km desde que salimos de Negreira, en este momento son las 11 y media de la mañana, a la entrada de la localidad costera de Cee entramos en un pequeño bar con la intención de reconfortarnos de esta etapa pasada por agua, así que guiados por el olor de la cocina nos internamos en el bar para tomar un café o cola cao caliente acompañado de algo sólido para recuperar el esfuerzo, el caso es que en el bar olía a comida pero no tenían nada para acompañar al café, por lo que nos tuvimos que conformar con unos cruasanes industriales, , menos es nada, al después de un rato descansando y haciendo balance de os momentos del día, pagamos y salimos de bar echando cuentas, ya que con l que habíamos pagado escasamente los cafés con leche por lo que nos salió bastante bien de precio.


Bar La Curva donde paramos a reconfortarnos poco antes de salir a la costa.

    Una vez que salimos recompuestos, y viendo que ya nos podemos tomar estos momentos con calma y ya estamos a orillas del mar estuvimos un rato haciendo unas fotos a la bahía y al puerto, sin que nadie ni nada nos metiera prisa.

Villa de Corcubión, la primera toma de contacto con el océano Atlántico.
 

               Parece que viendo la orilla del mar está todo hecho, pero todavía nos quedan unos 15 Km hasta Finisterre y cinco más al faro, el trayecto va por la carretera de la costa abandonándola en algunos puntos y con alguna que otra subida, pero con el motor eléctrico no le tememos a nada.

                Pasaremos por Corcubión para adentrarnos un poco en el interior para salir a la playa del Estorde y seguir por Sardiñeiro de abajo, San Martiño y Fisterra.

 

Al fondo ya vemos Fisterra, vista desde la carretera en la Punta de Sardiñeiro.

                Una vez que llegamos a Fisterra lo que haremos será continuar e ir hasta el cabo de Fisterra dónde se encuentra el faro y nuestro anhelado kilómetro cero de la ruta Jacobea, así que con alforjas todo lo puesto nos vamos por carretera hacia el faro divisando toda la bahía.

                  La carretera cubre la distancia de casi cuatro quilómetros hasta el faro que va flanqueando la costa dejando a mano izquierda un camino de tierra exclusivo para los senderistas, aquí el ir y venir de los coches y de las autocaravanas nos avisa que vamos hacia un enclave totalmente turístico.

Ricardo y yo en el Hito del quilómetro cero. el fin del mundo.


Vista desde la punta del cabo de Finisterre.


                Una vez que alcanzamos el hito con el kilómetro cero, nos hacemos unas cuantas fotografías para inmortalizar el momento, nos entretenemos viendo la bahía y la inmensidad del mar, con la sensación de tranquilidad de haber llevado a buen fin esta particular peregrinación disfrutando de todo lo vivido durante estos días en buena compañía y además divertirnos con nuestra afición que no es otra que pedalear entre buenos paisajes, que de esto hemos tenido mucho, por otro lado un poco de nostalgia al haber terminado y tener que volver a la rutina diaria, pero con una sensación distinta y renovada para volver a casa.

Los de esta foto no somos nosotros, pero quería una vista del hito y del faro
(de todas las maneras Saludos Cordiales).

                El faro de Finisterre es un sitio turístico y este año de pandemia visitado solamente por gente de origen nacional, llegado el momento de volver hacia Fisterra para “desembarcar” de esta aventura, así son casi la una de la tarde y mi cuentaquilómetros marca 838 Kmts.

                Volvemos sobre nuestros pasos para llegar a la localidad de Finisterre, aquí localizamos el Hotel Finistellae, más que localizarlo fui a su encuentro ya que es la tercera vez que me alojo en él, la primera para Ricardo, también dispone de Albergue pero debido a pandemia y las limitaciones de aforo este año sólo está abierto el Hotel.


Hotel Finistellae.

                Nos reciben los responsables del establecimiento, que después del saludo nos enseñan la habitación dónde nos alojaremos, así que después del aseo y convertirnos en personas normales tenemos que preparar el equipaje con los trastos que no nos harán falta en el viaje de regreso a casa para así meterlos en las grandes cajas de la agencia de transporte dónde tambien irán nuestras e-bikes, que tan bien se han portado en todo la ruta, una buena cosa es que no es necesario desmontar la bici con solo aflojar y girarlos manillares es suficiente para que entren en estas cajas, una vez que ya hemos colocado todo en las cajas una buena mano de precinto para asegurar la integridad de las cajas y de su interior.

                Son las tres de la tarde y se va haciendo la hora de comer, los dueños del hotel nos recomendaron un buen sitio para comer una mariscada y así celebrar que la ruta ha sido completada con éxito, dada la hora tardía con la que fuimos resultó que no había sitio en el lugar recomendado así que tuvimos que andar un poco más y enseguida encontramos otro lugar, el Restaurante Lecer, dónde nos dimos un buen homenaje con productos de la zona, navajas, zamburiñas, langostinos, pulpo, etc... todo regado con vino blanco de Ribeiro, fresquito, ¡Vaya homenaje!, vaya rato pasamos un festín que sirvió para hablar de las peripecias y periplos de estos 12 días enteramente de bici, Salud Ricardo.


Parte de nuestro homenaje, ¡qué rico!.


                Una vez terminado el yantar y con un par de botellas de Ribeiro, no queda otra que un poco de siesta, así que haciendo caso a nuestro cuerpo le dimos su merecido descanso.

                Por la tarde dimos una vuelta por el Finisterre, paseando por su puerto y su una pequeña playa y así vamos terminando la jornada, estuvimos en un tanto singular y curioso bar llamado A Galeria, lleno de reliquias y objetos de lo más variopinto, un lugar que con la actuación de un cantautor que no sé su nombre puso el punto y coma a la gran aventura de este año 2020.


Vista del puerto de Fisterra.


                

               Pulsa en la foto para abrir un pequeño video en la bibliotaberna.


La Bibliotaberna A Galería en Finisterre, (pulsa en la foto para ver un breve vídeo).


Más fotos del día de hoy pulsando aquí.


                P.D. Hasta aquí han llegado las peripecias de dos amantes de la bicicleta de montaña, desde luego que no están todas las anécdotas del camino como tampoco está la esencia que ir avanzando poco a poco, en el carisma de la ruta en sí, en la amabilidad de sus gentes, los paisajes y algo de historia, etc.., al terminar las crónicas de esta gran aventura en bici con mi amigo Ricardo hace que ya estemos pensando en la próxima, así que esperamos que no sea la única y que haya más.


Un gran abrazo.                                                   

           

 

               

 

             

11ª Etapa: Arzúa - Santiago de Compostela - Negreira.-.

 11 de Agosto de 2020.-


11ª Etapa:
Arzúa - Santiago de Compostela - Negreira.-.



Distancia:     62,16 Km.
Desnivel positivo:  1.140 metros.
Desnivel negativo: 1.357 metros.





Ricardo y yo,  en la plaza del Obradoiro.




        Son la Siete de la mañana, hemos dormido como señores en un hotel de lujo, ni un solo ruido en toda la noche, suena el despertador, tenemos el cuerpo tan acostumbrado a madrugar que no hace falta ni que nos despierte pues ya llevamos unos minutos en silencio esperando la hora así que con sigilo y con celeridad vamos preparando las alforjas y nos vamos enfundando el traje de ciclista.

        Sabemos que hoy es una etapa especial, es la llegada a Santiago de Compostela, lo que hace que se respire un ambiente especial entre nostalgia y hormigueo en el estómago, porque el camino va llegando a nuestra primera meta como así también la aventura, pero como todo en esta vida tiene su inicio y su final, pero no podemos vender la piel del oso antes de cazarlo así que tenemos que realizar esta etapa, además todavía nos queda otra hasta Finisterre.

        Ya somos unos maestros en colocar las alforjas, aquellas cinchas que tanto costaban enhebrarlas ya no cuestan tanto, una vez que estamos preparados y además revisado que no nos dejamos nada olvidado, abandonamos el albergue en el silencio por los pocos huéspedes y debido también al estar cerradas las dependencias comunes, cocina y salón de estar debido a las medidas sanitarias vigentes.


La e-bike de Ricardo preparada.



        Nos dirigimos a la plaza del pueblo dónde terminamos desayunando en el mismo lugar dónde cenamos ayer, una vez terminado nuestro petit dejeuner, arrancamos por la misma calle del albergue para iniciar el camino hacia Santiago de Compostela.

        La ruta de hoy no termina en Santiago de Compostela, pero como no debe ser de otra manera haremos la parada más que obligada, así como las fotografías de rigor en la plaza del Obradoiro para que quede reflejada nuestra aventura, y luego lo que haremos es continuar un poco más adelante hasta Negreira, y así no hacer tan larga la última etapa hasta Finisterre.


Comenzamos la etapa de hoy.



Comenzamos:


De Azúa a Santiago de Compostela.-

A las Ocho de la mañana comenzamos a rodar por la Rúa do Carme dónde se inicia el Camino a Santiago, este año siguiendo las flechas y mojones, ya que, como he dije en la anterior crónica la presencia de peregrinos es prácticamente testimonial, sobre todo habiendo conocido esta parte tan concurrida y alegre por la cercanía de Santiago. 

Abandonamos poco a poco Arzúa pasamos el río Brandeso y llegamos a la aldea de Pregontoño, dónde a su salida atravesamos un túnel para cruzar la carretera N-547 para encontrarnos con unos pequeños repechos, esta parte del camino podemos observar las praderas y las tierras de cereales que nos rodean, el desnivel no es muy accidentado y se acerca más a un sube y baja constante pero sin pedir mucho esfuerzo a nuestras monturas lo que hace que vayamos rodando a una buena marcha, a lo que hay que añadir que el tiempo es agradable con nubes y claros en el cielo y una buena temperatura para la práctica de la bici, (aunque ésta sea eléctrica).

        Al contrario de otros años, la presencia de peregrinos es casi testimonial si lo comparamos con los años anteriores, lo que hace que esta etapa al contrario de lo que pensara cuando planificamos el camino sea un etapa tranquila, por lo menos vemos algunos peregrinos ya que a lo largo de los días los que vimos se podían contar con los dedos de las manos y... de los pies.


Preciosa corredoira.


        Bueno como comentaba una vez pasada la aldea de Pregontoño, las poblaciones se van sucediendo pasaremos por A Peroxa, As Quintas, A Calzada, todas ellas unidas por un bonito camino cubierto por la frondosidad del arbolado lo que hace en su conjunto una bonita corredoira.

        

El rodar es agradable por As quintas.


                En el camino se reflejan innumerables recuerdos y señas que han ido dejando los peregrinos a lo largo del tiempo, tanto que hasta los lugares de descanso, como pensiones restaurantes y establecimientos dedicados a dar un servicio al peregrino están diseñados y tienen muchas alegorías al trasiego de peregrinos, como ejemplo en  el bar ubicado a 8 Kilómetros de Arzúa, adornado por los cientos de botellines dejados por otros tantos caminantes, por aquí pasamos a las Ocho de la mañana, un poco pronto para la cerveza, así que seguimos nuestra andadura.


Bar Cafetería "Casa Dolores", con sus botellines.



            Seguimos por caminos flanqueados por altísimos eucaliptos y cubiertos por las hojas alargadas de dichos árboles motor de la economía gracias a la celulosa para la industria papelera y maderera.

            

        
Bonito y frondoso bosque cerca de O Cabo, O Brea en el (concello de O Pino).


            Un tanto complicado es saber por qué localidades pasamos ya que algunas las vemos más o menos cerca y si entramos en ellas no tenemos un rótulo indicador del nombre de la localidad, lo que hace que no nos acordemos por las localidades por las que pasamos.

            Dejamos atrás las bellas corredoiras para dar paso a campos de cereal pero con su color verde característico, después de A brea, iremos por la carretera Nacional N-547 durante unos tres kilómetros, son las nueve y cuarto de la mañana y hemos recorrido quince kilómetros, las flechas del camino nos indican que debemos abandonar la carretera, pero esta será por unos pocos metros para cruzar la carretera, en este punto hay un bar restaurante, que puedo reconocer porque hace unos años me sellaron la credencial y está presidido por una figura de grandes dimensiones que es mascota del camino de Santiago y su nombre es Pelegrín.


Cruzamos la N-547, restaurante con el Pelegrín.

            Siempre tenemos la carretera nacional cerca de nosotros, ahora el camino se abre un poco más, ya no son las corredoiras tan tupidas, sino que el camino está flanqueado los eucaliptos pero esta vez con más anchura, pasaremos por las localidades de A Rúa, O Pedrouzo, aunque en Amenal se volverá a cerrar el bosque, seguirá la localidad de A Souto, donde ya estaremos en las inmediaciones del aeropuerto de Lavacolla, en este punto el camino se vuelve estrecho y nos hace bajar de la bici ya que pasa justo por el vallado del aeropuerto y el pinar, creo recordar.





A Santiago, vamos por buen camino.



            Llevamos 30 kilómetros y estamos en la localidad de Lavacolla, aquí paramos en la escalinata de la ermita de San Pelayo de Sabuguería, una ermita que va saludando a los peregrinos que ya ven como nos vamos acercando hacia la meta del camino, curioso destacar que observamos como una 
mujer rosario en mano lo iba desgranando, nos imaginamos que hasta Santiago, recitando los misterios...

Escalinata de acceso a la Iglesia de San Paio, (Pelayo).



        Poco a poco vamos abandonando los caminos de tierra y se convierte en camino asfaltado en ascenso hacia el Monte do Gozo, todavía estamos rodeados de arbolado con altos eucaliptos que van desapareciendo según avanzamos.


Subiendo al Monte do Gozo en Vilamaior.


 

La subida al monte do Gozo es por una zona residencial, por una calle asfaltada, se puede vislumbrar que vamos acercando al alto ya que pasamos por los centros repetidores de TVE, de la televisión gallega y de telefonía,  con ganas llegamos a la cima de la colina es el Monte do Gozo, unas fotografías como el momento se merece, va quedando  menos para la ciudad de  Santiago.

Este alto de 380 metros está a 4,8 kilómetros de la Catedral Compostelana, es el primer lugar desde el que el caminante observa la meta y es uno de los símbolos vinculados a la peregrinación jacobea, es la primera toma visual con la Ciudad de Santiago de Compostela y también de las torres de su Catedral.




Ricardo y yo en el Monte do Gozo.

Una vez que nos llenamos de monumento, seguimos nuestro camino hacia Santiago, ya en continuo descenso, a la entrada a la ciudad ponemos el GPS en modo coche para que nos acerque al casco antiguo, a la entrada de éste vamos andando con la bici a mano, pasamos por la plaza de Cervantes y al contrario de otros años el transito de paseantes es casi nulo, entramos a la plaza del Obradoiro, casualidades de los números resulta que estamos en la etapa 11, son las 11 horas y 11 minutos cuando atravesamos la escalinata del arco de Xelmírez.


Objetivo cumplido, Ricardo y yo en la Plaza del Obradoiro.

Después de esperar pacientemente en la calle nuestro turno para el sello de la credencial del Camino para la obtención de la Compostela, ya la tenemos en nuestra mano, Nota: no quise decir nada en el Camino pero llevaba en la alforja desde casa el canuto para transportar la Compostela una vez conseguida, pero por si las meigas no dije nada, antes de salir de la oficina me acerco a la oficina de Información y Turismo que hay en el interior para que nos den una especie de cartilla para obtener, esta vez la Fistellana, que da fe de que hemos realizado el Camino que resta hasta Finisterre o fin del mundo.


Susto de muerte que se llevó la chica que nos atendió al decir que éramos naturales de La Rioja, empezó a ponerse nerviosa y a hacer aspavientos con los brazos, hasta que pudo articular algunas palabras, resulta que La Rioja fue de las primeras comunidades en estar confinada por la COVID-19 y pensó que todavía no nos habían levantado el mismo.


Tuve que decirle a la par que su compañera que ya llevábamos unas semanas libres y que podíamos salir de nuestra comunidad, que situaciones más rocambolescas nos han tocado, (y nos tocará) vivir.


Bueno una vez aclarado todo volvió a sus cauces normales y pudimos emprender el camino hacia el fin del mundo, por lo menos para los romanos así era.


Credencial y La Compostela,
  (foto realizada en el parterre de la propia oficina al peregrino).


De Santiago  Negreira.-


Otra vez envueltos en las corredoiras.

A la Una y cuarto salimos de Santiago de Compostela de la plaza de El Obradoiro por una calle siguiendo un línea recta hacia el oeste siempre cuesta abajo, cuando desaparecen las edificaciones volvemos a estar rodeados de eucaliptos, salimos a Sarela de Abaixo donde cogemos otro camino a As Moas de Abaixo, Carballal, O Pedrido y antes de salir del claro del último monte en Roxos preguntamos a unos caminantes que nos recomendaran algún sitio para comer el caso que nos mandaron a un  restaurante el cual no encontramos, después de ir de un sitio para otro terminamos en una bar restaurante a pie de carretera, que por cierto nos dijeron que no fuéramos allí, el caso que el calor y la hora ya apremiaban así que nos lanzamos a la aventura.


La Comida de hoy toca aquí.


Entramos con un  poco de miedo como quien entra a lo desconocido, pedimos unas jarras de cerveza muy bien tiradas en jarra helada, para el calor que hace a estas horas son una bendición, mientras nos hacen los bocatas nos ponen unas pipas de girasol, que qué cantidad, bueno esto ya es otra cosa, la cosa pinta mejor de lo que nos habían dicho.

Los bocadillos tremendos, y así saciamos la sed y el hambre, una sobremesa gtranquila para descansar nuestras doloridas piernas, pero toca reanudar la marcha, menos mal que tiramos de e-bike que sino a ver quien arranca, por cierto yo cargue un poco la batería ya que no me fiaba de los últimos quince kilómetros.

Aún nos entretuvimos en buscar buenas instantáneas.

             La parte que me daba miedo eran unos dos kilómetros de fuerte subida en los que ascendíamos doscientos metros con pendientes según el GPS del 15%, bueno nada que nos detenga ya que hay que llegar a Negreira y ya estamos cerca.



Vista del río Tambre por Ponte Maceira.


Quintana, Portela, Aguapesada y otras tantas aldeas, una de las que más recuerdo y me llamó la atención es cuando cruzamos el río Tambre, en Ponte Maceira, no obstante es uno de los cien pueblos más bonitos de España, pequeño pero que sus casas de piedra nos hacen rememorar los pueblos medievales.

Ya no queda nada para Negreira, pasamos por carretera a aldea de Barca y ya estamos en los albores de Negreira, no nos costó nada encontrar el albergue y eso que está en una de las partes exteriores de la ciudad, a lado de un centro de salud y del cuartel de la Guardia Civil.

El Pazo do Cotón es una construcción del siglo XVIII,
 de estilo barroco en la villa medieval de Negreira

Son las Cuatro y media de la tarde cuando entramos en el albergue San José, dónde nos atiende el responsable del establecimiento comentando dónde podemos dejar las e-bikes para la noche y las literas que nos asigna, así que una vez realizado el recibimiento aparcamos las e-bikes en el local de al lado y comenzamos con el trasiego de las alforjas hacia el albergue.

Después de hacer las labores cotidianas, nos disponemos a dar una vueltecita por Negrira donde tomamos una cervecita y terminamos comiendo en un agradable y buen restaurante "Café bar Imperial" para terminar el día.

Una vez de regreso al albergue y siendo casi la hora de dormir, resulta que la ropa no se secó del todo, el responsable de establecimiento, amablemente nos ayudo a poner la secadora en marcha para que todo saliera bien.

Un día largo pero con una buena sensación al culminar la meta de llegar a Santiago, mañana último día de peregrinación, con final en Finisterre, pero de momento...

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